“Para los migrantes centroamericanos el infierno real es México”: Valeria Luiselli

Por María José Cortés. Foto Cortesía Sexto Piso

La escritora mexicana Valeria Luiselli presentó Los niños perdidos. Un ensayo en cuarenta preguntas (Sexto Piso), un texto con el que busca incidir en la realidad política y evidenciar la crueldad del sistema migratorio estadounidense ante los más frágiles: los niños.  

Valeria Luiselli llevaba tres años escribiendo una novela sobre migración infantil, pero la sensación de verse rebasada por la realidad la dejó en un impasse que le impedía concluir su obra. Ante el dilema, prefirió descartar la ficción como una vía para tocar esos temas que tanta rabia y frustración le habían provocado. En vez de eso, optó por el ensayo. El punto de partida fue su experiencia cotidiana como intérprete en la Corte de Inmigranción de Nueva York. En esas oficinas, Valeria se enfrenta diariamente al cuestionario de la infamia, uno en el que –a lo largo de cuarenta preguntas– los niños inmigrantes centroamericanos son interrogados como parte de un enmarañado proceso burocrático en busca de un estatus migratorio legal.

“Con Los niños perdidos me interesaba incidir en el vocabulario y en la opinión pública de los estadounidenses ante la crisis de niños en la frontera [ocurrida en 2014], un hecho que pasó y se perdió como una noticia más en los medios. Quería generar un documento más duradero, con tal de hacer pensar a la sociedad sobre este tema”, comentó Luiselli en rueda de prensa.

En la Corte de Inmigración de Nueva York, a Valeria le ha tocado entrevistar a niños de entre cinco y siete años, aunque la mayoría son jóvenes de entre 13 y 18 años, que llegan huyendo de las presiones para ser reclutados por pandillas como la MS13 y Calle 18. Estos niños –en su mayoría hombres– forman parte de un flujo migratorio sostenido a lo largo de décadas durante las que se rompen los núcleos familiares: son hijos de madres que se fueron, y cuyos tíos y abuelos quedaron por ahí dispersos.

“Al romperse este núcleo, una opción de pertenencia –muy inmediata y de lazos intensos– es la de las pandillas, las bandas criminales. En un mundo roto, donde nadie te cuida y tus padres se han ido, formar parte de una banda es de las pocas alternativas que estos chicos tienen”, señala Valeria.

Para la autora, Los niños perdidos implicó un reto de traducción en varios niveles. Por un lado, debía traducir realidades aparentemente ajenas, y que le importan a muy poca gente, en un documento que permitiera generar una empatía más profunda con esas historias al abordar el problema como algo realmente cercano, doméstico: un asunto que está afectando a muchas comunidades en Estados Unidos.

Lo que siguió fue escribir el libro en español: “El texto original [en inglés] me provocó un enojo que iba dirigido al sistema migratorio gringo, pero al reescribir el libro y repensar en este problema, mi frustración se trasladó a lo que pasa en México. Para los migrantes centroamericanos el infierno real está en nuestro país: en menos de un año, han secuestrado a más de 11 mil migrantes, hay más de 200 mil centroamericanos desaparecidos y todo el tiempo siguen encontrando fosas comunes. En el último año, México ha deportado a mucho más gente de la que ha deportado Estados Unidos. El Programa Frontera Sur no es menos cruel que el muro de Trump, y con la invitación de Peña Nieto al ahora presidente electo, México no hizo sino reiterar su papel como el compinche de deportación de los centroamericanos”.

En ese contexto, Valeria decidió incluir algunos ensayos que revisaran las leyes migratorias mexicanas y sus enmiendas en los últimos años. El panorama no resultó menos desolador. De acuerdo a un trabajo periodístico presentado por Animal Político en 2014, “en el papel, el Programa Frontera Sur promete proteger a los migrantes. Pero, en el terreno, agentes de migración, policías y militares han desatado una cacería para deportar a indocumentados”.

Con la llegada de Trump al poder y el resurgir de los supremacistas blancos en Estados Unidos, la lectura de Los niños perdidos resulta especialmente pertinente. Como mexicanos y latinoamericanos vamos a enfrentrar un escenario terrible en el que se legitima un discurso de odio, y cuyas implicaciones en los hechos derivarán–entre muchas otras medidas– en la revocación de DACA, el programa de acción diferida para inmigrantes que llegaron a Estados Unidos siendo niños. “DACA le permitió estudiar y trabajar a muchos jóvenes que entraron desde pequeños. Hoy, cuando ya muchos de ellos estudiaron en la universidad o consiguieron títulos de doctorado, de pronto van a voler a ser ilegales”.

Los niños perdidos pone de manifiesto la angustiante realidad de miles de jóvenes en su itinerancia hacia un país extraño y hostil, pero a la vez nos hace preguntarnos si, como país y como seres humanos, estaremos a la altura ante los tiempos aciagos que están por venir.

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