La lectora de la Rue l’Odéon

 

Hace 130 años nació en Baltimore una mujer ejemplar: ávida lectora, editora exigente, amiga incondicional, Sylvia Beach fue una pieza clave para el desarrollo literario del siglo XX.

por Loyda Muñoz

En el número 12 de la Rue de l’Odeon, en París, se encontró hace mucho tiempo la primera y original librería Shakespeare & Company, que fuera el punto de reunión de los escritores de la Generación perdida y del Modernismo anglosajón como Hemingway, Joyce o Pound, quiénes décadas después serían figuras clave en la prosa. Desde 1921 hasta 1941, una bibliófila y apasionada de la literatura, pasaría sus días ahí y, quizás sin saberlo, cambiaría la literatura para siempre.

Sylvia Beach, quien Hemingway describiría como una mujer “de rostro vivaz, afilado y esculpido, de ojos cafés tan vivos como los de un pequeño animal y tan alegres como los de las jovencitas”, nació el 14 de marzo de 1887 en Baltimore, Maryland en 1887. La vida y su gusto por la lectura la llevarían años después a París para estudiar Literatura francesa en La Sorbona. Ahí conocería a Adrienne Monnier, mujer que se volvería su inspiración, su amiga y su amante.

Monnier tenía una librería, La Maison des Amis des Livres, que entonces ya comenzaba a moldear la manera de comprar libros. Su enfoque era recopilar obras de escritores modernos, prestar los libros y no sólo venderlos —sería la primera librería con este sistema en París—, además de crear un espacio que los intelectuales pudieran quedarse a contemplar mientras leían.

Este recinto inspiró a Beach a crear una propia en 1919: Sheakspeare & Co. No obstante, al inicio no sería el lugar legendario que es en la actualidad. Comenzó como una proyecto para abastecer de literatura en inglés las calles de París, en donde crecía la comunidad angloparlante y como un sitio en donde la creatividad era fundamental y la innovación era aplaudida.

De a poco, jóvenes escritores y refugiados que huían de la censura encontraron en Sylvia a una editora radical, una lectora excepcional y una mujer dulce que los arroparía en sus peores momentos. Ernest Hemingway (con quien tendría una amistad incondicional por el resto de sus días),T.S. Elliot, James Joyce (el gran amor de Sylvia y quien poco reconocería los esfuerzos de la editora), F. Scott Fitzgerald o Ezra Pound son sólo algunos de los que pasaron muchos de sus días en Sheakspeare & Co. y cuyos textos fueron corregidos por Beach.

Ese viejo París, en donde los cafés eran puntos de reunión de los intelectuales y los bares centros de filosofía moderna, vio cómo el número 12 de la Rue l’Odéon se convertía en un semillero de literatos y de libros que reconfiguraban el lenguaje. El Ulises de James Joyce —, por ejemplo, pasaría frente a los ojos de Beach antes que de cualquier otra persona; sería ella quien moldeara con Joyce un libro infinito en el tiempo y quien pondría los fondos para que esa “obra pornográfica” viera la luz.

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Sylvia Beach y James Joyce. Foto: The Hemingway Project.

El siglo XX pasó frente a sus ojos y escribió, directa o indirectamente, parte de su historia. Hasta la invasión de los nazis en 1939, durante la Segunda Guerra Mundial. Sylvia fue amenazada por no querer venderle el único ejemplar de Finnegan’s Wake (también de Joyce) a un soldado alemán, ante lo cual devolvió cada libro a los respectivos autores y borró todo indicio de Sheakspeare & Co. para evitar la desaparición de dichas obras. Luego fue capturada.

Sylvia volvió a su librería cuando París fue liberado y en donde se reencontró con Hemingway entre vueltas en el aire y libertad. Nunca más abandonó su refugio, hasta su muerte en 1962. Así, terminaría su vida en el mismo sitio en donde encontró a los tres amores de su vida: Adrienne Monier, Sheakspeare & Co. y James Joyce, un autor excéntrico que “hablaba con la entonación de un tenor”, según la joven de Baltimore.

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Sylvia en Shakespeare & Company. Foto: johnbaxterparis.com

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Hoy, la librería Shakespeare & Company permanece abierta, pero en el número 37 de la Rue de Bûcherie, muy cerca de la catedral de Notre Dame. Esta segunda versión del local fue fundada en 1951 por el estadounidense George Whitman en homenaje a Beach, aunque sin ninguna relación con ella. El local nuevo siguió con la tradición de servir como punto de reunión de escritores, acogiendo principalmente a los miembros de la Generación Beat.

 

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