Visitar la casa de la escritora inglesa Virginia Woolf es, sin duda, una experiencia emocionante.
Virginia Woolf cambió tanto las percepciones sobre las mujeres y, en particular, sobre las escritoras. Con piedras angulares tanto para el feminismo (A Room of One’s Own) como para la literatura modernista (The Waves), es difícil poder cuantificar su legado.
Texto y fotos de la casa Louise Mereles Gras
Este 25 de enero de 2018, se cumplen 135 de su natalicio y qué mejor manera de festejarlo que con una visita guiada por su casa, localizada al sur de Inglaterra, no muy lejos de la maravillosa y multifacética ciudad de Brighton.

“Que bella calle de Londres, con sus islas de luz y sus grandes arboledas de oscuridad y en una de sus orillas tal vez un espacio con pasto regado con árboles en donde la noche se acomoda para dormir”. –Virginia Woolf, Street Haunting
Cómo llegaron a la casa
El 26 de junio de 1919, Virginia y su esposo, Leonard, vieron un anuncio de la subasta de Monk’s House, una casa situada en Rodmell, cerca de la ciudad de Lewes, al sur de Inglaterra. Y aunque las primeras impresiones de la casa para Virginia no fueron buenas “Los cuartos son pequeños […] la cocina especialmente mala. Y no hay agua caliente”. Sin embargo, decidieron hacer una oferta y el 1 de julio obtuvieron la casa por 700 libras. “Esa será nuestra casa para siempre”, declaró Virginia. Y así sería.
Fue ahí que Virgina, a los 37 años, en 1919, concluyó el trabajo de su segunda novela, Night and Day. La primera, The Voyage Out, había sido publicada 4 años antes. Desde esa casa, Virginia retrató a detalle los paisajes de Sussex.
“Hay poca precisión o ceremonia en Monk’s House. Es una casa sencilla, larga y baja, una casa con muchas puertas”. –Virginia Woolf
Poco a poco y gracias a las exitosas novelas de Virginia, la pareja pudo irle haciendo mejoras a la casa. Monk’s House le dio a Virginia la paz y el espacio que necesitaba para trabajar. Es emocionante visitar la casa y pensar que entre esas paredes, Virginia Woolf creó a personajes como Mrs. Dalloway o la familia Ramsey de To the Lighthouse. De alguna manera, la casa jugó un papel importante en la vida y obra de la autora.
La visita paso a paso
Tras pagar el boleto de acceso, la visita empieza en el jardín, que al momento de nuestra visita vibraba con un verde veraniego y un sol radiante. El acceso a la casa se da a través de un pequeño espacio exterior cubierto con un techo de vidrio (abajo, derecha), una especie de invernadero acondicionado con un par de sillas y muchas plantas.
De ahí, se llega al salón, en donde llaman la atención la chimenea y el escritorio de Leonard (ver foto más abajo). Las paredes están aún pintadas de verde, una pintura por la que Virginia tenía particular afecto. La hermana de Virginia, Vanessa Bell, connotada pintora, fue responsable en gran medida de encontrar los muebles para la casa.

Al lado, se encuentra el comedor, que fue terminado en 1929. Un poco más lejos, está la cocina, que fue enteramente remodelada por los Woolf.
El cuarto de Virginia: núcleo emotivo de la casa
Tal vez sea su cuarto, construido como anexo en 1929, el espacio más conmovedor y sorprendente de la casa. Inicialmente este espacio iba a ser el estudio de Virginia, pero nunca se pudo acomodar bien ahí para escribir.
“Una mujer necesita dinero y un cuarto propio si es que quiere escribir ficción”. –Virginia Woolf, A Room of One’s Own.

En el cuarto hay una cama individual y un librero. También una chimenea con un azulejo de un faro pintado por su hermana Vanessa, homenaje a To the Lighthouse (1927). Y, en una esquina, un pequeño librero que contiene una peculiar colección de libros. Son volúmenes que eran muy preciados para la autora. Ella misma los forró, a modo de terapia para combatir la ansiedad. Esta colección de libros fue recuperada por Monk’s House y devuelta al cuarto de la escritora.
La cereza sobre el pastel de nuestra visita
Tras visitar el cuarto de Virginia, nos encontramos de nueva cuenta afuera. El jardín es un deleite. Y, al fondo, está una especie de cabaña, que fue donde finalmente Virginia se estableció a escribir. Construida en 1934, hoy el espacio donde escribía la autora está resguardado tras un cristal. Detrás de él observamos, estremecidos, su escritorio, su máquina de escribir y el papel azul que tanto le gustaba usar.

Si tienes suerte, podrás ser testigo de una lectura la autora por algún voluntario de Monk’s House. El día de nuestra visita, pudimos escuchar un deleitante pedazo de Between the Acts (1941). De hecho, la última novela de Virginia Woolf. Sentados sobre el pasto o alguna banca, cubiertos del sol por un sauce, escuchamos la historia. Hablaba del montaje de una obra de teatro en un festival, justo antes de la Segunda Guerra Mundial.

La emotiva despedida de la casa
Y aunque estruja el corazón pensar que Virginia terminó su propia vida en 1941 –como resultado de su trastorno bipolar, agravado en gran parte por la Segunda Guerra Mundial y el mal recibimiento de uno de sus libros– en Río Ouse, muy cerca de esta casa, a la vez, es imposible no dejar un sitio como este sin una gran sonrisa. Imaginar a Virginia escribiendo en su estudio, leyendo en su habitación o incluso recibiendo a su amigo, el gran escritor E.M. Forster en su salón, como dice el famoso eslogan, no tiene precio. Es una parada obligada para los amantes de la escritora originaria de Londres y de la literatura en general.
Para más información práctica de cómo y cuándo visitar la casa de Virginia Woolf, visita la página oficial de Monk’s House.
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